¿Qué es Enred@ndo?

Aún tratándose de un blog personal, Enred@ndo no pretende ser la página de mis confesiones íntimas, ni mucho menos, aburrir con un sentido práctico-profesional. Se trata más bien de un blog para el que viene y va por la red sin mirar atrás, donde la ficción y la realidad convivan sobre nuestros enredos cotidianos con el desparpajo del que se siente un neófito en esta nueva forma de compartir.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Contra el ladrillo...martillo

Hay días en los que me invade la lírica; algunos en los que me escondo entre frases irónicas; y otros, como hoy, en los que me apetece llamar a las cosas por su nombre. Y lo voy a hacer.

Mi vecino Martillazos es un capullo integral. Un anormal profundo que se pasa la vida cizañando con unos y con otros, paseando a su chochona de tómbola de pueblo y dando un por culo tremendo. Este gilipollas y la estúpida de su mujer no pueden soportar que su hijo viva aislado, y envidiosos, les da por comentar a voz en grito, lo insoportable que resulta para la sociedad tener vecinos que conviven y comparten la calle. Lo más patético es que el imbécil y su muñeca de porcelana ya no recuerdan la vez que asomaron la cabeza por el balcón para llamar hijos de puta a nuestros niños. Y todo por el impresentable delito de jugar en la calle en una noche de verano.

Estos incultos maleducados son los mismos que me tocan los huevos cada vez que aparcan el coche encima del bulevar. Su concepto de espacio público es bien simple: como la calle es de todos, también es suya y, por tanto, hacen lo que les sale de los cojones; y como es suya, se hace lo que ellos dicen. Y punto. Pues chaval, la llevas clara conmigo.

Nuestra calle es un espacio público diseñado para el disfrute de las personas. Si el técnico que la diseñó hubiese querido que tú aparcaras el puto coche no hubiera puesto un bordillo, ni bancos, ni árboles y, ni mucho menos, albero en su zona central. Además, con toda probabilidad, entre las señales que Miguel ha ido arrancando de cuajo con su camión, habría habido una con fondo azul y una P (de Pedazo-de-mamón) en blanco. Seguramente, el pavimento adoquinado que levantas cada día cuando sales con tu coche a ochenta por hora, sería negro zaino y de naturaleza asfáltica, para que la rodadura de tu vehículo, al doblar la esquina, fuera perfecta ¡Pero qué vas a saber tú sobre adherencia si para ti la adherencia es ir todo el día pegado al culo de tu mujer!

Tú sí que eres un delincuente, cabrón. A poco que lo piense, seguro que has asaltado todos los códigos jurídicos de este país que te mantiene como a una liendre. Así, a bote pronto, y además de todos los delitos ya comentados contra el código de la circulación, podríamos hablar de los urbanísticos cometidos por hacer mil obras sin licencia, del aprovechamiento ilicito del suministro eléctrico y de los delitos contra la Seguridad Social cuando has trabajado de extranjis estando de baja, por cierto, pagándotela los padres de los hijos de puta que tanto molestan a la pérfida de tu mujer.

Infame bruto, tu suerte es que la vida no es sueño, aunque para tu mujer lo sea muy a menudo, y no seré yo quien te recuerde que tu mayor delito es haber nacido porque me dan náuseas asimilarte al verso de Calderón. Por eso te aprovechas de la veleidad de los que, como yo, sólo queremos vivirla, soñando que algún día te irás de este mundo. Olvidado. Sin haber dejado más huella que la de tu bota sobre la mancha fresca del cemento.

Hasta siempre, querido hijo de puta.